…“La literatura fantástica se caracteriza
por la utilización de magia y formas sobrenaturales
como elemento primario de argumento, temática o ambiente”…
…”La ciencia ficción es un género especulativo
donde los relatos presentan el impacto de avances científicos
y tecnológicos presente o futuros, sobre la sociedad o los individuos”…
…”Se llama género de terror a un relato que tiene como objetivo
provocar una sensación de miedo extremo en el lector*”…
Pero, ¿Qué tal un relato donde partir de magia aplicada a tecnología, cuando el ser humano ha aprendido a controlar las fuentes de energía que emanan del espíritu (como en los monjes budistas) y que durante un viaje espacial, el arquetipo del dragón se manifiesta en la nave tomando una forma de vida cruenta encarnando los desechos de las almas humanas utilizadas para su funcionamiento, en tanto una computadora maestra femenina y bella es cual un hada, la única esperanza de los astronautas entre vampiros de informática y cadáveres de disco duro que desconfiguran nuestra realidad con una narrativa detallada, naturalista y siniestra?
Las clasificaciones de la literatura, las hacen quienes quieren saber que productos están vendiendo o comprando y los críticos que necesitan una taxonomía inmóvil que soporte la autopsia del texto muerto.
En el caso de los llamados géneros de “Fantasía”, “Ciencia Ficción” y “Horror”, han terminado en el mismo anaquel de las librerías más por apariencia de “obra de imaginación” que por virtud de la obra misma.
Pero imaginario es también una ecuación, las partituras de una pieza musical e incluso las acciones de compra venta de las empresas que dominan el mundo.
Pero así mismo todas las novelas y cuentos, así sean un relato verídico fiel, es un proceso de abstracción e imaginación. De ficción. Y ni siquiera la llamada “realidad” es absoluta. En la India vivir en un iglú es imaginario, en Japón un vaquero es imaginario, en México la democracia es imaginaria.
Y todo se le atribuye al “género” literario… Veamos:
La literatura fantástica, proviene de una larga herencia de reinterpretación de mitos y leyendas noroccidentales-europeas (para englobar en una sola tirada poco elegante a las olas de migraciones célticas, escandinavas, germánicas, sajonas) inspiradas así mismo en las épicas mediterráneas cual La Iliada cuyo padre mayor lo es también de toda la literatura: La epopeya de Gilgamesh.
Y ciertamente la continuidad de elementos narrativos arquetípicos, como el dragón, la lucha a espadas y las hadas son instrumentos finitos que cada escritor aprovecha para interpretarlos de modo distinto, pero ¿son las espadas, las hadas y los dragones lo que definen a la fantasía como género?… En Star Wars también tiene espadas laser, la reina Amidala viste con el encanto y de un hada y cada monstruo que amenaza con comerse las naves es una suerte de proto-dragón… los ewoks mismos podrían emigrar a cualquier novela de fantasía hallándose de lo mejor. Y Star Wars es acaso el fenómeno mediático mundial más entendido como “Ciencia Ficción”, aunque los puristas de la ciencia Ficción insisten en llamarle “Space Opera” precisamente porque definen la principal cualidad de la literatura de ciencia ficción, como ficción aplicada a la ciencia para imaginar tecnología probable (como alguna vez fue el caso del submarino y la nave espacial) y que la tecnología de Star Wars es sólo añadido al escenario.
En tanto es precisamente el escenario la significación más importante y continua de la fantasía, pero no me refiero a castillos y ropajes medievales, sino al entorno, a la ecología: En la literatura fantástica, la vida de la naturaleza es capaz de ser comprendida o involucrada con los protagonistas, porque las fuerzas naturales toman voces, ideologías, costumbres y lenguas propias. Las hadas son emanación de los bosques, los dragones descienden de las cañadas como glaciares, el unicornio surge de la espuma del mar… Y así mismo este código de interpretación del mundo tan afín con la sabiduría antigua de muchos pueblos aborígenes e indígenas del mundo, llevan a la interiorización del individuo a través de su contacto con la naturaleza, tomando parte de ella, hallando los protagonistas en sus dramas, los modos de restituir la alteración de las mismas.
En tanto, la ciencia ficción comprende su entorno, no como las montañas y los cielos inmediatos, sino que sitúan al hombre ante la infinitud quántica del universo donde la tecnología probable es acaso muchas veces la alegoría de la complejidad y posibilidades del alma y el raciocinio humano, de la potencia de alcanzar el vacío con la fragilidad de la carne y la inmensidad del ingenio en el viaje del hombre como especie en el mar del tiempo viajando en esta inmensa piedra-mundo a través del cosmos.
¿Y la literatura de Horror?
Crear miedo no es una expresión estética o un género literario en sí, sino acaso un estilo narrativo para causar un efecto, sin embargo, del mismo modo en que la fantasía se le ha circunscrito una resolución de espadas, hadas y dragones y a la ciencia ficción la tecnología, las pistolas de rayos y los viajes interespaciales, igualmente el nicho de los relatos sobre vampiros ha quedado etiquetado bajo la marca del género de “horror”, donde el autor elige la perspectiva narrativa de entidades y criaturas que comúnmente podrían ser entendidas como “del mal” o “de la sombra”, pero que son arquetipos brotados de las penumbras del alma humana, donde de pronto los muertos, los demonios y los monstruos tienen tanto que decir del modo estético como se plantee, como la natura en la fantasía o el ingenio humano en la tecnología probable… Sin embargo, hay un elemento narrativo que a parta a los relatos de horror con ambos: La aparición de una criatura extraña. En la fantasía puede ser un duende y en la ciencia ficción un ser plano y transparente de otro planeta, sin embargo en ambos casos, esa criatura extraña tiene su lugar y explicación en el entorno y contexto que le rodea. El horror aparece cuando hay una criatura o un elemento extraño sin explicación alguna.
Como levantarse una mañana a desayunar con la familia y descubrir que todos hablan normal entre ellos, pero que no tienen rostros.
Tal como el spaghetti es una mezcla de tomate americano y tallarines asiáticos integrados por una cocina europea que terminó clasificada como “Italiana”, así mismo los tres llamados géneros de fantasía, ciencia ficción y horror, son sólo una elección estética de perspectiva para relacionarse con uno mismo y relacionar a uno mismo con el universo, donde el verdadero género de cada relato es en sí mismo uno distinto.
* Valles Calatrava, Diccionario de la teoría narrativa, Alhulia, 2002, Granada.
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