Ocurre que el otro día que visité las Colinas Evanescentes de mi patria (Texcoco) descubrí que el árbol de la foto 2 y 6 de la imagen de arriba, !ya no existe! Y este es un pequeño homenaje a la amistad, sombra y consuelo que me prodigó durante los ásperos años de 2004-2006, en el que iba a visitarlo, primero caminando (casi cojeando) y luego corriendo con mis dos perros, Reynaldo y Rhiannon.
Reynaldo, ya murió, y aún recuerdo la última vez trotando a casa de regreso de ese árbol, con mis perros felices a mi al lado y el viento del crepúsculo agitando los campos de Chapingo. Esa vez me sentí tan feliz, que pensé que era momento de atesorar el instante, porque podía no repetirse. Así fue.
Al pie de ese fresno cantaba, hacia notas, meditaba, aventaba piedras, caminaba sobre la vía de tren.
Bajo sus ramas y entre sus raíces, recuperé la salud, la esperanza, y comencé construir la vida que tengo hoy ahora.
!Alto sea en Avalón este hermoso fresno amigo y hermano!
!Verde sea su sombra bajo la gracia del Dragón de Hiedra y la Reina de las Hadas!
Mi querido Meda, el tiempo va haciendo surcos en el alma que nos hacen pensar e lo efímero de la vida, y en ocasiones nos entristecen, y nos convertimos entonces en un hermoso baúl de recuerdos que se abre así como este árbol te abrió a ti.
Muchas gracias Elena, por tomarte la molestia de estas palabras de reflexión y ammistad.